jueves, 25 de junio de 2020

Homilia del Domingo


“el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí”.
La cruz de cristo que nos afecta a nosotros es la cruz de mi vida, mis problemas de cada día, los problemas de mi familia, los problemas del trabajo, los problemas de los hijos, etc. La lucha de mi vida es mi cruz, si renuncio a la lucha también renuncio a la cruz y por tanto a Dios.
Dios ya conoce tus defectos, tus debilidades, conoce tus problemas, pero aún si te quiere de pie, para ponerle cara a la vida de cada día, Dios ya sabe que caemos muchas veces, pero quiere que nos levantemos; es más, si tu se lo pides, El te ayuda.
Lo contrario a la cruz es el orgullo de creerse que todo lo podemos por nosotros mismos, la pereza, que son esas ganas de no luchar por nada.
Jesús pide radicalidad, el seguimiento de Cristo comporta renuncias y sacrificios. En muchas ocasiones, nos encontraremos ante una encrucijada: aceptar o no la cruz, seguir los valores del evangelio o la comodidad que nos ofrece el mundo. Y ahí está la cruz. Podemos pensar que no podemos soportar muchas de las cruces con las que han cargado los cristianos, pero tanto a ellos como a nosotros el Señor les ha dicho y nos dice: Venid a mí y yo os aliviaré (Mt 11,28), la resistencia no está en nosotros sino en el Señor.