El
confinamiento de don bernardo empezó muy mal; resulta que ese viernes trece de
marzo por la mañana, la cosa ya pintaba fatal, y don bernardo, preparó un
comunicado breve, por el que a partir del sábado 14 se suprimían las misas y
especialmente los aniversarios, hasta nueva orden, pero antes de lanzarlo, a
media mañana, llamó a algún compañero, para ver lo que decían; parece ser que
al mediodía se iba a sacar una nota desde el obispado para suspender las
misas; así que al mediodía, y sin más
dilaciones, lanzó por facebook el comunicado que tenía preparado; cosa fue, que
el obispado no habló hasta las nueve de la noche; por lo que a media tarde se
vio obligado a retirarlo. Pudo suprimir dos aniversarios para el 14 por la
tarde, pero no así, los dos que había por la mañana; era ya demasiado tarde,
las iglesias estaban arregladas, las familias avisadas; hubo que hacerlos; pero
la respuesta de la gente fue increíble, había tanto miedo, que los que
acudieron a los funerales eran muy pocos, la familia más directa.
Así se empezó el confinamiento del covid19; don
bernardo cerró las iglesias hasta el 11 de mayo, cuando se dio la orden civil
para poder abrirlas.
Al principio, fue un romper la rutina, y un observar
las noticias, a la gente, los enemigos de la Iglesia, se ponían las botas con
sus críticas y mentiras en todas las redes sociales, “dónde está la iglesia,
que hacen con todo el dinero que tienen, hasta que se vieron cubiertos de la
abundancia de generosidad de la iglesia en múltiples noticias, labores, en todo
aquello que ellos no son capaces de dar a nadie.
En este primer mes, don bernardo reflexionó mucho
sobre la libertad del ser humano y lo fácil que puede resultar al Estado el
control de la misma; especialmente si los medios de comunicación se someten al
poder, si el poder lucha por controlar la justicia y limita al mínimo el poder
legislativo.
La libertad es el don más grande que tiene el ser humano,
es la capacidad de ser como “dios”, de usar la creación para mejorarla y llegar
a convertirla en un paraíso, o por lo contrario, en un “infierno”. La Iglesia
lleva toda su vida diciendo que hemos de aplicar nuestra libertad en hacer el
bien, en querer al mundo, en servir a nuestros semejantes, en ser humildes para
llegar a caminar con todos, en el respecto y la defensa de la vida, frente a la
cultura de la muerte. Es el camino para la construcción del paraíso, de un
universo mejorado, donde la única ley sea el amor, y como cualquiera puede
comprender, estamos a años luz de esa nueva creación, de “una vida eterna”, en
donde las leyes físicas del universo y la vida en general se compenetren de tal
manera que la libre acción humana no perturbe el equilibrio, sino que lo
facilite.
Volviendo al tema del confinamiento, en la Iglesia
aparecieron dos corrientes, una empeñada en mantener el culto y la otra que
optó por el cierre de los templos. Pronto surgen iniciativas de todo tipo, la más
común, el uso de las tecnologías aplicadas al culto, como las misas youtoube;
aunque también las hay más vanidosas, como las bendiciones de Santísimo
Sacramento por calles vacías, algunos se subieron a los campanarios de las
iglesias en pleno día de vendaval, otros celebraban misas en las azoteas de los
edificios ….
A don
bernardo le tocó asistir en la muerte a dos feligreses, luego enterraría a
varios más; siempre con bastante dolor, al estar prohibido el velatorio, el
funeral y la presencia de gente en la propia inhumación. Hubo y aún queda, un
dolor tremendo; las muertes de los mayores en las residencias de ancianos, en manos
de nuestro vicepresidente de asuntos sociales, es un pecado que clama al cielo,
la pasividad de la ayuda sanitaria, la inacción de medios, se parece a una “eutanasia
encubierta”, aprovechando la situación, una maldad peor que las muertes de
cualquier guerra.
Llegó
el 11 de mayo y se abrieron las iglesias, don bernardo recuperó la esperanza de
volver a su actividad, y no digamos ya, el 8 de junio cuando se abren los establecimientos,
la gente vuelve a las calles, con miedo, también en las misas se nota la poca
afluencia, la gente no se fia.
Y que
nos espera ahora, se pregunta don bernardo; que habrá aprendido la gente de
todo esto, volveremos nuestra vista a Dios, servirá para avanzar más aún en un
individualismo social egoísta, donde solo importe yo y los demás que se apañen,
paraíso o infierno?. Y la economía, nuestros trabajos, nuestros medios de
subsistencia, el futuro es incierto, pero la esperanza la estamos recuperado.
Manuel Garcia Souto
Junio de 2020
Manuel Garcia Souto
Junio de 2020